martes, 17 de abril de 2012

Juan 3:16

En la ciudad de Chicago, una noche de invierno soplaba un fuerte viento.
Un niñito vendía periódicos en un rincón, tratando de guardarse del frío inclemente.
Realmente, no vendía mucho, lo que intentaba era no congelarse de frió.
Vio a un policía se le acerco y le pregunto:


Señor, ¿Sabrá usted de algún refugio donde un niño pueda dormir esta noche?
Normalmente duermo en una caja de cartón que guardo en el callejón, pero es que esta noche hace demasiado frió y me gustaría estar en un lugar cálido.



El policía miró al chico y le dijo: Baja por esta calle, hasta una casa blanca, toca la puerta y cuando te abran solamente di: “Juan 3:16” y te dejaran pasar.


El niño obedeció, llego a la casa y tocó a la puerta.
Una gentil señora abrió la puerta, el niño la miro y le dijo: “Juan 3:16”.
La señora le contesta: “Pasa hijo mío”.
Lo toma de la mano y lo sienta en una mecedora cerca de una vieja chimenea que estaba encendida.
La señora sale de la habitación y el chico piensa por un breve instante: "La verdad es que no entiendo eso de Juan 3:16, pero parece que en verdad puede hacer que un chico se caliente en una noche fría".
Al rato, la señora regresa y le pregunta al chico: “¿Quisieras comer?”.
El chico respondió: “Un pancito no me vendría mal, hace días que no como y no me vendría nada mal un poco de pan.


La señora tomo al niño de la mano, lo llevo a la cocina y lo sentó a una mesa llena de exquisitos manjares.
El chico comió y comió hasta que ya no pudo más y entonces pensó:
"La verdad es que sigo sin entender a Juan 3:16, pero es seguro que llena un estomago hambriento".


Al terminar, la señora tomo al chico de la mano y lo llevo al baño, donde lo esperaba una tina llena agua tibia y olorosas burbujas.
Mientras el chico se sumergía en la tina, pensaba:
"La verdad es que ahora menos entiendo a Juan 3:16, pero ya sé que este puede dejar bien limpio a un chico sucio. En verdad yo nunca había tomado un baño de verdad, en toda mi vida. El único baño que recuerdo fue la vez que me metí debajo del hidrante de los bomberos un día que estos lo abrieron y dejaron caer el agua por la calle".


La señora regreso por el chico, lo llevo a una habitación, lo vistió con un pijama y lo acostó en una inmensa cama con una almohada de plumas.
Lo cubrió con una espesa colcha, lo beso y le deseo dulces sueños, apago la luz y salió.
El chico, bien abrigado en la cama veía, a través de la ventana, la nieve caer y pensó:
"La verdad es que Juan 3:16 puede hacer que un chico cansado pueda descansar...".


A la mañana siguiente, la señora regreso con ropa limpia y lo llevo ante la misma mesa de la noche anterior, llena de ricos manjares para el desayuno, después de comer, la señora lo sentó en la misma mecedora de la noche anterior y tomo en sus manos una vieja Biblia.
Se sentó frente a él, le miro a los ojos y con una dulce voz le dijo: ¿Entiendes a Juan 3:16?


- No señora, anoche fue la primera vez en mi vida que oí sobre el, cuando el policía me dijo que se lo dijera a usted.


La señora abrió la Biblia; la abrió en Juan 3:16 Juan 3:16 "Porque de tal amó Dios al mundo que ha dado su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda más tenga vida eterna".


Y comenzó a explicarle, al niño, acerca de Jesús.
Ahí, frente a esa vieja chimenea, el chico entregó su corazón y su vida a Jesús, al tiempo que pensaba:
"Juan 3:16...quizás no lo entienda, pero hace que un chico perdido se sienta seguro, se sienta amado".



¿Saben? Yo tampoco lo entiendo: Como fue que Dios estuvo dispuesto a mandar a su único Hijo a morir por mí, y como fue que Jesús estuvo dispuesto a ello. No comprendo la agonía del Padre y de toda la Corte Celestial al presenciar el sufrimiento de la pasión y muerte de Jesús. No entiendo la intensidad del AMOR de Jesús por mí, que lo mantuvo en su camino hacia la cruz hasta el fin.


Yo no lo entiendo, pero de lo que si estoy seguro, es de qué hace que esta vida valga la pena vivirla y que nuestra misión debe ser cumplida.


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