Recuerdo perfectamente que una noche, en la parrilla del Hotel Ritz, un panameño, Ricardo Pino, hombre extraordinario, empezó una sesión escribiendo en una pizarra unos números; eran simplemente unas sumas.
Escribió seis sumas y en dos de ellas había equivocaciones, las otras cuatro estaban bien. Al terminar las seis sumas pidió al auditorio que, por favor, le hicieran comentarios de lo hecho.
Todo el mundo se le echó encima diciendo: atención a la suma No.3, le falta el signo de suma, y 4 más 6 no son 8, sino 10; y llevamos 1; y en la No.5 pasa que 2+2 no son cinco.